Un día como hoy, pero
en 1987, Indochine saca a la luz uno de sus mejores discos: “7 000 danses”. Compartimos
una crítica a dicho trabajo que fuera publicada por la prestigiosa revista
Rolling Stone en 2010.
“Cómodamente instalados en el paisaje musical francés, y por
ende europeo, Indochine no es ajeno a la presión que supone el éxito y la que
le dedican los medios. El grupo apela a nuevas fuentes de inspiración para su
cuarto álbum. En esta ocasión, no solo se busca hacer un cambio de fondo sino
también de forma.
Elaborado durante cinco meses en dos estudios, en la
localidad de Miraval (en del departamento francés del Var) y en la isla de Monserrat (en el Caribe), antes de ser
mezclado en Londres, “7 000 danses” navega de manera coherente, más orgánica
que sintética, entre el pop, rock y new wave.
Con más arreglos orquestales, una batería más remarcable,
ritmos programados, un piano y una flauta (como en “Le Buddha Affaire”) o una
guitarra acústica folk en el tema que da nombre al disco así como en “La machine
a rattrapper le temps”, tema que muestra una performance como nunca se escuchó
de Dimitri Bodianski al saxofón.
En contraposición a lo que sugiere la vista de cuatro
cuervos tenebrosos en la portada del disco –se trata de una foto del japonés
Fukase Masahisa-, la mayor parte de los nueve temas del álbum dejan escuchar
melodías pop movilizadoras como es el caso de “Les Tzars” o el de “Il y a un
risque (Le Mépris)”.
Las ventas del disco llegaron a rozar los 450 000 ejemplares
a nivel mundial. Este disco multiplica la temática para abordar asuntos
relacionados al ser humano, al mundo y a la historia, y son interpretadas con
un tierno lirismo bajo la voz de Nicola Sirkis, que alterna muy bien las
baladas con canciones más alegres”.
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